Aunque al día de hoy no existe una definición universalmente aceptada para describir a la cultura de experimentación en las organizaciones, para Berman y Marshall (2014), la experimentación en los negocios es una estrategia para reducir la incertidumbre y enfrentar la disrupción. Existen diversas razones para realizar experimentos, incluyendo la prueba de hipótesis, la validación de suposiciones y la reducción de la incertidumbre.

Para Thomke y Manzi (2014), la clave está en tener claridad sobre lo que se está probando y lo que la organización quiere aprender para diseñar los experimentos adecuados, y que esta cultura emane directamente de los líderes más experimentados, quienes proporcionarán los recursos, las directrices y la estructura para la experimentación (Browning y Ramasesh, 2015). A nivel organizacional, fomentar una cultura de experimentación, promover la colaboración interfuncional y establecer estructuras flexibles son factores críticos de éxito (Addy et al., 2024).

 

Atributos para implementar una Cultura de Experimentación

De acuerdo con Thomke (2020), en su artículo titulado “Building a Culture of Experimentation,” publicado por la Harvard Business Review, el principal obstáculo para que las empresas experimenten no es la ausencia de herramientas o tecnología, sino la cultura, es decir, los comportamientos, creencias y valores compartidos. Por cada experimento que tiene éxito, casi diez no lo hacen, y a los ojos de muchas organizaciones, tener éxito después de tantos fracasos es una pérdida de tiempo. Por lo tanto, el autor propone una serie de atributos que las organizaciones deben implementar para hacer de la experimentación una parte integral de las actividades diarias, los cuales se describen a continuación:

    1. Cultivar la curiosidad. Todos en la organización deben valorar las sorpresas a pesar de la dificultad de atribuir costos y la imposibilidad de predecir cuándo y cómo ocurrirán. Cuando las empresas adoptan esta mentalidad, la curiosidad prevalecerá y las personas percibirán los fracasos no como errores costosos, sino como oportunidades de aprendizaje.
    2. Insistir en que los datos pesan más que las opiniones. Los resultados empíricos de los experimentos en línea deben prevalecer, incluso cuando entren en conflicto con opiniones sólidas, sin importar de quién provengan estas opiniones.
    3. Democratizar la experimentación. Cualquier persona en la organización, no solo quienes están en Investigación y Desarrollo (I+D), debe poder realizar experimentos para probar nuevas ideas que mejoren el negocio; esto implica dar a los equipos la autonomía que necesitan para probar enfoques nuevos que consideren que pueden agregar valor, y facilitar un sistema que permita ejecutar, monitorear y proporcionar retroalimentación en tiempo real sobre los experimentos.
    4. Ser éticamente sensible. Al planificar nuevos experimentos, las organizaciones deben analizar cuidadosamente si los usuarios podrían considerar que las pruebas son poco éticas. Aunque la respuesta no siempre es clara, las organizaciones que no profundizan en este punto corren el riesgo de provocar una reacción negativa.
    5. Adoptar un modelo de liderazgo diferente. Los líderes más experimentados deben plantear desafíos que puedan desglosarse en hipótesis probables y métricas clave de rendimiento. También deben asegurar sistemas y recursos que faciliten la experimentación a gran escala, vivir bajo las mismas reglas que los demás y poner sus ideas a prueba. En última instancia, ser líder en una organización impulsada por la experimentación significa soltar el control y empoderar a los empleados para que realicen sus propias pruebas.

          Un nuevo estilo de gestión: Liderazgo Emprendedor

          Es esencial destacar que el liderazgo es crucial para fomentar la experimentación dentro de las organizaciones. Para Hussain (2024), los líderes de la organización juegan un papel decisivo en impulsar la transformación cultural promoviendo una cultura de experimentación y aprendizaje, fomentando una mentalidad digital y empoderando a los empleados para que adopten nuevas tecnologías. Al crear un entorno donde los empleados se sienten empoderados para contribuir con ideas innovadoras, los líderes aseguran que sus organizaciones sigan siendo dinámicas y sensibles a los cambios en las dinámicas del mercado (Agustian et al., 2023). 

          En este sentido, el liderazgo emprendedor emerge como un motor crítico de la innovación, resultado de una combinación única de pensamiento visionario, propensión al riesgo, adaptabilidad y resiliencia, que permite a los individuos navegar y prosperar en entornos empresariales dinámicos (Ishak et al., 2021); estos tipos de líderes demuestran un agudo sentido de previsión, no temen asumir riesgos calculados y poseen la capacidad de adaptarse rápidamente a circunstancias cambiantes (Groves y Feyerherm, 2022).

          En conclusión, la experimentación en los negocios se presenta como una estrategia fundamental para reducir la incertidumbre y fomentar la innovación. La clave para que las empresas aprovechen al máximo el potencial de los experimentos radica en propiciar una cultura organizacional que valore la curiosidad, la autonomía y el aprendizaje continuo, permitiendo que todos los miembros participen activamente en la experimentación. Además, es esencial que los líderes aseguren se cuente con los recursos, la estructura y la visión necesarios para implementar experimentos a gran escala. Adoptar un enfoque basado en datos, ser éticamente responsables y democratizar el acceso a la experimentación son aspectos clave para el éxito.

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